Día 1
— Sí… ¡Dime qué hago!
— Hombre, pues ahora mismo… No sé, no se me ocurre nada.
— ¿Qué te parece si cavo una bodega?
Mi abuelo, Jesús, parece sorprendido:
— ¿Una bodega? – no se lo cree.
— Sí – respondo entusiasmado –, una bodega.
— ¿Quieres hacer una bodega?
— Eso mismo – sonrió para mis adentros, no se esperaba que le soltase eso –, sólo dime donde cavo y empiezo.
— Me cagüen el chico que quiere hacer una bodega – suelta Jesús –. Si no tienes ni las herramientas.
— ¿Qué me hace falta? – yo mismo me noto en la voz las ganas de empezar.
— Pues pico, pala y una azada – me dirijo a buscarlos –. ¿Pero sabes cuáles son?
— Sí, sí – respondo distraído.
Me conozco perfectamente la nave. No podría ni contar la de veces que he recorrido todos los rincones habidos y por haber en busca de algo que se me había pasado por alto. Azada… pala… ¡y pico!
— ¡Ya estoy! – grito por si no me oye.
— Vale, vamos a ver donde cavamos…
Nos dirigimos lentamente, sin pausa pero sin prisa, hacia el lugar que tiene mi abuelo en mente: detrás de la casa y al lado de los pavos reales.
— Yo creo que este es el mejor sitio – me dice –. Pero moja la tierra antes de empezar, para que esté más blanda.
Así fue como comenzó todo. Me dijo donde tenía que cavar y yo cavé. Saqué un buen montón de tierra pero aún queda mucho por hacer.
Avanzará, lentamente pero lo hará.
Hoy ha comenzado el Proyecto: Bodeguero.
Continuará.
Mori
No hay comentarios:
Publicar un comentario